La oxidación del vino:¿es buena o mala?
¿Qué es la oxidación del vino y cómo detectarla?
La oxidación del vino es un fenómeno que ocurre cuando el vino entra en contacto con el oxígeno, lo que puede alterar sus características de color, aroma y sabor.
Este proceso es una de las reacciones químicas más comunes en el mundo del vino y, aunque puede ser negativa si se descontrola, también tiene su lado positivo en algunos tipos de vinos. Veamos en qué consiste la oxidación, cómo identificarla y qué papel juega en la elaboración de ciertos vinos.
La oxidación del vino ocurre cuando el oxígeno se mezcla con sus componentes, modificando sus propiedades. Este proceso puede suceder de dos maneras:
- Oxidación Controlada o Deseada: En algunos tipos de vino, la oxidación es parte del proceso de crianza. Los elaboradores de vino permiten que el oxígeno interactúe con el vino de forma lenta y controlada para añadirle complejidad y un perfil de sabor único. Ejemplo de esto es la crianza oxidativa, común en los vinos generosos de Jerez, como el Oloroso y el Palo Cortado. En este tipo de crianza, se rompe el “velo de flor” (una capa de levaduras que protege el vino del aire) para permitir el contacto del vino con el oxígeno.
- Oxidación Indeseada o Accidental: Esto sucede cuando el vino se expone al oxígeno sin control, ya sea durante su almacenamiento, manipulación o después de abrir la botella. Esta oxidación no deseada puede deteriorar el vino y hacer que pierda sus cualidades originales.
Aprende a detectarla:
La oxidación afecta tanto el aspecto visual como el aroma y el sabor del vino. Aquí te mostramos cómo detectarla:
- A la vista: Los vinos blancos se vuelven más oscuros, con tonos que pasan del dorado al ámbar. En los vinos tintos, el color cambia a un tono amarronado o ladrillo, indicando que el vino ha estado en contacto prolongado con el oxígeno.
- En el aroma: Un vino oxidado puede tener olores a frutas pasadas o notas que recuerdan a nueces y manzanas maduras, perdiendo sus aromas frescos y frutales.
- En el sabor: El vino oxidado suele presentar una textura más áspera en boca, y aumenta la astringencia y la sequedad. Puede amargar ligeramente y pierde sus sabores frescos, volviéndose apagado o incluso rancio.
La oxidación del vino es un proceso natural que puede tener efectos tanto positivos como negativos. En algunos vinos, como los generosos de Jerez, es una técnica que enriquece y aporta complejidad al producto final. Sin embargo, en otros casos, la oxidación indeseada puede hacer que el vino pierda su frescura y sabor original. Conociendo estos efectos y los signos de oxidación, podemos disfrutar mejor de nuestras botellas y, sobre todo, conservar su calidad por más tiempo.
Recuerda que la próxima vez que observes un vino en copa, mires su color, lo huelas y pruebes, estarás detectando la presencia o ausencia de oxidación y apreciando el arte de la elaboración del vino.
¡Salud!